HASTA SIEMPRE AMIGO HERNÁN ANTONIO ALLENDE PONCE

No pretendo realizar un resumen de la historia de vida de don Hernán Antonio Allende Ponce, porque no soy el indicado. Solo contar alguna de mis vivencias relevantes desde mi quehacer profesional, que me permiten retratar en parte su personalidad, las que dejarán una huella indeleble en mi ser.

En el año 1981, cuando aún era alumno universitario, viajé a conocer los bosques de araucaria de este sector, porque me producía curiosidad su condición biogeográfica. Las que ya habían sido descrita en los años 1951 y 1974 por quien fue profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile, don Patricio Montaldo Bustos, fallecido en el año 2016.

Doce años después en 1993, siendo docente de la Universidad Católica de Temuco, inicié mis visitas al sector con el objeto de elaborar una propuesta para estudiar su estado de conservación. En ese entonces conocí al señor Geldres, padrastro de don Antonio, quien me acompañó a recorrer algunos de los sectores con fragmentos de bosques de araucaria entre medio de las plantaciones de pino insigne. En una oportunidad que él no me pudo
acompañar, lo reemplazó don Antonio. Desde ese momento se convirtió primero en el guía y luego en un integrante muy importante en el establecimiento de las parcelas de investigación a largo plazo, así como también en las diferentes actividades de restauración ecológica desde el año 1999 hasta este año.

Don Antonio, era un hombre inteligente, ordenado y muy resiliente, algo que no demostraba por su gran introversión. Su cercanía y confianza se fue dando de forma paulatina. Recuerdo en un momento haberle explicado de forma sencilla el proceso de reproducción de las araucarias. Enfatizándole que quien producía las semillas era el árbol hembra, de donde se originaban los nuevos individuos, así que el nombre correcto era solo
araucaria. Me respondió que era Pino Araucario, por la fortaleza de crecer es esas condiciones. Recuerdo haberle señalado que las mujeres eran tan fuertes y muchas veces más que nosotros, los hombres. Lo demostraba el solo hecho de ser madres, donde latamente me referí a todo el proceso y los cambios que ocurren en su vientre durante los nueve meses de gestación de sus hijos. El después de mi alocución estaba muy impresionado, así que para bajarle el perfil le hice una de mis habituales bromas pesadas,
diciéndole “quién manda en su casa”. El respondió con una gran carcajada y con un palmoteo en mi espalda.

Por el año 1998, era dirigente de Junta de Vecinos, el lugar era denominado como La Cabaña, también menciona así el lugar, don Patricio Montaldo y otros autores posteriores a él. Porque este villorrio se había formado en el fundo que llevaba ese nombre y pertenecía a la familia Sánchez. Revisando en ese entonces las cartas del Instituto Geográfico Militar, encontré el nombre de Villa Las Araucarias distante dos kilómetros más al norte del actual poblado, situación que no es fácil de explicar. Entonces un día conversando le comenté que para que el consiguiera recursos en las instancias gubernamentales de la ciudad de Carahue, parecía que era más atractivo usar el nombre de Villa Las Araucarias. Tiempo después me explicó que sus gestiones habían sido más eficientes al usar este nuevo nombre, ya que en Carahue a las autoridades les había llamado la atención.

Luego en 1999 decidimos cercar las parcelas permanentes, él muy ingeniosa y pacientemente me explicó la mejor forma de cercar, para que el ganado vacuno no derribara los cercos, ni las personas sustrajeran el alambre de púa. Desde ese momento el entendimiento entre ambos comenzó a ser mas fluido, porque se dio cuenta que sus ideas, sus consejos eran muy importante y bien recibidos.

En julio del año 2003 en un día frío y muy lluvioso, conjuntamente establecimos las primeras 200 plántulas de araucaria en dos sitios muy diferentes. Las plantas eran muy pequeñas no sobrepasaban los 10 cm de altura, tuvimos que cumplir un compromiso con quienes financiaban uno de los proyectos, ya que no aceptaron aplazar en un año la plantación. Una vez terminada la faena y con todo el sitio inundado, él me señala que las plantas van a morir. Recuerdo que, con un mar de dudas en mi mente, le respondí que nunca debíamos perder la esperanza, ni dejar de sorprendernos con la naturaleza. En diciembre del mismo año fuimos a ver las plantaciones y prácticamente la totalidad de las plántulas habían sobrevivido, él muy impresionado las miraba y las tocaba. Con una sonrisa sin decir ninguna palabra, me estira su brazo y estrechamos nuestras manos vigorosamente. Desde ese día don Antonio, por iniciativa propia recorría siempre los lugares de plantación admirado por el crecimiento y sobrevivencia de estas. Solíamos salir a explorar nuevos lugares con bosques de araucaria, de otras especies como Nothofagus y remanentes de bosques siempreverdes. Siempre estuvo aportando con comentarios, ideas y sus reflexiones.

Finalmente, el año pasado en diciembre cuando veníamos de otro sector pasamos a visitar los cercos de las únicas parcelas que desde el año 1999 se han mantenido intactas y que las personas no han cortado los alambres para ingresar el ganado. Cuando bajamos del vehículo, riéndose me dice vamos a comenzar por “La Regalona”. Así yo nombraba la parcela que en 15 años había logrado incrementar su riqueza original de 17 especies a 62 especies en el año 2015. Pero además sin haberlo planificado, la composición de esa parcela producto de la exclusión del ganado se ha ido transformando a condiciones que solo esta descrita en la literatura y por lo menos en Villa Las Araucarias ya no existe. Me refiero a las formaciones de araucaria, con ulmo, tineo, tepa, coigue, etc. Estuvimos como dos horas recorriendo toda la parcela, el muy admirado por los cambios y exclamaba que era de no creerlo. Don Antonio, pudo comprender que, para conservar la araucaria, era necesario la coexistencia de las otras especies. Siempre escuchaba muy atento las explicaciones de esta índole, entonces la complementaba con su experiencia de terreno de toda su vida. Muchas veces hacía sus alcances y relacionaba la interrelación de las especies vegetales, con las personas de su comunidad y familiares.

Desde hoy la parcela La Regalona, pasará a llamarse Testimonio, solo espero que pueda seguir manteniéndose y en el futuro cercano se transforme en una muestra del bosque antes descrito. Además, es una demostración que deja don Antonio, porque allí están las primeras araucarias establecidas conjuntamente por nuestras manos en Villa Las Araucarias, con fines de restauración ecológica. Pero también evidencia su gran capacidad que tuvo para asumir, apoyar y hacer suya la idea de un citadino que solo estaba distante a 70 km de él, pero con historias de vida totalmente contrapuestas. Tuvo la capacidad para entender la relevancia de la conservación de estas especies, así como el de acoger a su comunidad, ser un gran esposo, un muy buen padre y entrañable abuelo.

Siempre hablamos de las experiencias de la vida y del futuro, pero ni en el peor de mis sueños me habría imaginado este injusto, deleznable, artero y trágico final. Mis futuros viajes a Villa Las Araucarias tendrán un dejo de tristeza y melancolía. Pero también de alegría y de un profundo e invaluable agradecimiento por haberme permitido conocer su gran capacidad de resiliencia, que le dieron las herramientas para avanzar en su vida honesta y bondadosamente.

Antonio Allende Ponce, amigo y leal compañero de tantas hermosas jornadas, descansa en paz. A los grandes hombres y a los héroes anónimos como tú, se les conoce por sus hechos, no por sus palabras.

Marco Aurelio Cortés Bianchi
Ingeniero Forestal
M. Sc. Recursos Forestales
Dr. en Ciencias Forestales
Valdivia, 3 de octubre 2021.




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